Relatoría de Perfiles de Jhon Lee Anderson


Relatoría del taller de Perfiles dictado por John Lee Anderson en San José de Costa Rica, el 17 de mayo último.
El perfil periodístico ayuda a entender no solo a un personaje. También -casi siempre, cuando está construido a profundidad- a comprender un momento histórico, una situación catastrófica, un proceso social, una época turbulenta o un fenómeno confuso, por ejemplo. Ni siquiera es fundamental que el perfilado sea una figura de poder. Un individuo -no necesariamente un personaje público- encarna las complejidades de su tiempo y de su sociedad.
En un tiempo de cambios en nuestra región, tanto en las plataformas periodísticas, como en las democracias, es bueno retomar este género para intentar contar nuestra historia desde adentro. Este taller práctico, con ejercicios de reportería y construcción de escenas y escenarios, será muy útil para periodistas que quieran ampliar sus rango de habilidades narrativas y de reportería.
1. Para realizar un buen perfil, deben existir estas condiciones fundamentales: 
  • El acceso permanente al personaje sobre el que se va a escribir.  
  • Lograr que deje las puertas abiertas de él y de su entorno.  
  • Acercarse a su vida familiar, al cerco de amigos y a sus críticos.  
  • Hablar con los parientes y con enemigos.  
  • Ir a los lugares donde ocurrieron hechos para establecer las conexiones entre el lugar y lo que salió de la cabeza del personaje.  
  • Evitar hacer una única y simple entrevista.  
2. Con poco espacio para publicar y tiempo para la reportería solo se logra hacer un embrión de perfil.  
El perfil ideal requiere tiempo. Hay que ir más allá de los simples hechos anecdóticos o ya conocidos. Hay que buscar nuevas cosas que permitan presentar de cuerpo entero al personaje, incluso indagar sobre su lado oscuro. Para esto son fundamentales los movimientos, las escenas y los encuentros con otras personas. “La vida del perfilado se construye a través de escenas en movimiento. Es un buen recurso para mantener atento al lector”, sostiene Anderson.
3. Los errores más comunes
Párrafos de inicio insulsos, falta de fuentes, exceso de adjetivos, voces descontextualizadas, hilos narrativos sueltos son algunas de las características de un perfil con poco tiempo para ser gestado. Otra es la escogencia de citas gratuitas que en nada ayudan al texto, que suenan a que fueron puestas allí por el simple hecho de que fueron dichas por el personaje.    
Para sus perfiles Anderson entrevista por lo general entre 40 a 50 personas. De ese volumen él escoge los testimonios fuertes y se hace a una idea clara del personaje, pero al final utiliza entre seis y ocho voces. No todo se cita. En todos los casos hay que evitar el excesivo apego a los colaboradores del personaje y aquellas voces que suenan a apóstoles de un mito.  
Una vez escrito el perfil hay que leerlo en voz alta para detectar errores, para encontrar aquellas frases que no suena bien, para advertir esas afirmaciones sin justificar y para tachar de plano el estilo declamatorio y el exceso de adjetivos.
4. Se debe mantener la distancia frente al personaje.
Entre los principales males que se pueden detectar fácilmente en un perfil está la falta de distancia del autor frente al personaje lo que con frecuencia conduce a textos más cercanos a la vida y obra de un santo que un artículo periodístico revelador.
Se debe encontrar un punto medio. En una relación de respeto mutuo, el periodista debe acercarse a la figura pública sin que se vea eclipsado por el poder, sin perder la facultad de juicio. Para Anderson, es necesario recordar siempre que, ante todo, los periodistas “servimos al público y no a la persona”.
En muchos casos, periodistas inexperimentados se convierten en portavoces de los gobiernos o del perfilado. Como resultado limitan la verdad y terminan informando lo que la fuente quiere. “Quizás en algún momento todos somos utilizados", dice Anderson. "Pero hay que estar atentos para que esto no pase. Si nos preguntamos: ¿somos simplemente una grabadora?, estaremos cuestionando lo que ocurre en el entorno”.
Es muy probable que el personaje quiera manipular al periodista de una manera sutil, entregando un material que muestre solo un lado de los hechos. Por eso hay que sospechar cuando no se encuentran obstáculos. El trabajo periodístico que investiga de una manera seria siempre va a encontrar obstáculos.
5. El lector nunca puede navegar en el perfil sin rumbo
El público no puede recorrer el texto sin pistas que le vayan mostrando los aspectos más relevantes del personaje que se está perfilando. “Tienes que guiar al lector para que siga leyendo. Hay que atraparlo”, dice Anderson. Pero no se trata tampoco de darle todas las conclusiones y puntos de anclaje, sino darle las herramientas al lector para que saque sus propias conclusiones y genere sus propios juicios y valoraciones. “Es mejor que sea el lector el que decida”, afirma el cronista.
¿Cómo hacer para que el perfilado se ponga ante la vista del lector? Hay que encontrar los detalles, sus conflictos internos, ver más allá del estereotipo. Un perfil, entonces, debe crear un universo pequeño en el que el lector pueda trasladarse y ojalá sorprenderse con cada nuevo hallazgo.
Los individuos son los motores de la historia, ¡los individuos importan!, sobre todo cuando se trata del poder, de aquellos que ostentan el poder.
 “El perfil nos ofrece la posibilidad de transitar la historia. Si no tuviera un ser humano, un actor en el escenario, no tendríamos manera de transitar la cronología”, enfatiza el maestro.
Apelar a los sentidos
Tocar, saborear, escuchar, oler… un lugar, una situación, una escena, un personaje. El lector debe poder hacer todo esto a partir del texto.
“Debemos describir las cosas para todos los sentidos, eso es muy enriquecedor. El detalle es todo en la crónica o perfil”.
La ventaja de los apuntes
Los consejos de Anderson también son prácticos, de aplicación sencilla. Uno de ellos es el de la forma en que registra los hechos y las entrevistas. Él prefiere los apuntes en una libreta que una grabación.
“Mejor notas que grabación. Recuerdo mejor cuando tomo notas. Es más puro, es mejor para la calidad periodística”, afirma y recalca que al tomar apuntes hay más chance de capturar los elementos esenciales y la fuerza de las cosas. Es automático y orgánico. Eso, a su criterio, se pierde cuando se graba una entrevista y luego se transcribe. “Se olvidan cosas, se pierden cosas”, sostiene.


Es mejor escribir claro que bonito…
“Todos queremos escribir bien. Para escribir bien hay que ser claro. La misión que tenemos por delante es de construir las bases esenciales de una buena historia, el comienzo, el desenlace. Y hay que hacerlo de una forma que no confunda al lector, que lo informe y lo entretenga”.
Así resume el maestro Jon Lee Anderson una de sus premisas máximas: “es más importante escribir claro que bonito”.
Anderson alertó sobre el riesgo de excederse en los dramatismos y en utilizar estilos rebuscados que lejos de aportar al texto generan confusión al lector. Recomendó, además, utilizar el ritmo adecuado y los recursos literarios necesarios (en la justa medida); por ejemplo: evitar las descripciones detalladas cuando la escena no lo amerita, o el uso de diálogos directos en los casos en los que la conversación no tiene suficiente peso.
El aprendizaje
Al cierre del taller, los participantes resumieron las lecciones que les dejó Anderson. Ahora la tarea es utilizar los recursos aprendidos en sus trabajos y desarrollar perfiles con las líneas trazadas por el maestro.
La principal enseñanza es encontrar un ángulo interesante y distinto a la historia. También aportó tips sobre cómo vender una historia en uno de los medios más importantes del mundo, New Yorker, y el proceso de edición que hay detrás de sus publicaciones”: Julián Navarrete, periodista de diario La Prensa, Nicaragua.
Los datos son fríos y las personas son cálidas. Dije esa frase durante mi primera intervención en el taller con Jon Lee Anderson. Cada día él reafirmó esto con sus enseñanzas. Las vivencias, anécdotas y consejos sirvieron para entender qué buscar y cómo a la hora de perfilar a alguien. La conclusión es pensar afuera de la caja, sacar a la persona de su ambiente, y ver todos los grises que la conforman”: Alicia Álvarez, periodista de Plaza Pública, Guatemala.
El proceso de taller con Jon Lee Anderson me permitió dimensionar la capacidad para ser justo con una historia y un personaje, sin temor a los claroscuros, a esas zonas grises donde debe adentrarse el periodismo para explicar lo complejo de la realidad. Pero haciéndolo con una ética que implica cuidar a las personas que están en esas historias cuando es necesario, o tener el valor de informar aquello que puede costar caro”: Diego Fernández Romeral, diario Pagina 12, Argentina.

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